Por Hidayatullah Tahjuddin
PIDIE, Indonesia, 29 dic (Reuters) – Llorando de alivio tras un traumático viaje de 40 días a Indonesia en una embarcación agujereada, la musulmana rohinyá Fatimah bin Ismail sostenía un teléfono móvil con manos temblorosas mientras hacía una videollamada a sus familiares.
Fatimah bin Ismail, de 19 años, era una de los 174 rohinyá supervivientes en el sobrecargado pesquero de madera que llegó a las costas de la provincia indonesia de Aceh esta semana. A bordo iban unas 200 personas, huyendo de la pobreza y la persecución, cuando zarpó de Bangladés el 21 de noviembre para cruzar el océano Índico.
De los 20 o más que murieron en el trayecto, algunos saltaron al agua desesperados después de que el barco se averiara y empezara a ir a la deriva, temiendo que se hundiera.
«Tres hombres saltaron porque no podían soportar el hambre. Después de 12 días empezó a entrar agua en el barco», dijo Fatimah a Reuters.
«Había cuerpos flotando en el agua, aquí y allá. No podíamos hacer nada».
Los rohinyá son un grupo étnico musulmán procedente de Myanmar, país de mayoría budista, donde llevan mucho tiempo sufriendo represión.
Desde la represión del ejército de Myanmar en 2017, unos 800.000 rohinyás se han visto obligados a entrar en Bangladés, según calculan las autoridades de la ONU, pero miles han huido de las condiciones cada vez más desesperadas de los campos de refugiados de ese país.
Muchos intentan llegar a Indonesia, de mayoría musulmana, donde según la agencia de la ONU para los refugiados casi 500 rohinyá han llegado a tierra en las últimas seis semanas, o a Malasia.
Las autoridades indonesias les han proporcionado asistencia médica, alimentos y cobijo temporal, al tiempo que colaboran con las agencias internacionales de refugiados para determinar su situación legal.
Fatimah espera ahora reunirse con sus familiares en Malasia, pero no sabe cómo ni cuándo.
«Sólo quiero vivir cómodamente», dijo. «Espero poder vivir bien y estar segura aquí».