Los tres artistas interpretaron melodías de los compositores Johann Sebastian Bach; Christoph W. Von Gluck; Franz Schubert y Camille Saint-Säens
Por primera vez se presentan juntos la soprano Rosa María Diez, el flautista, Rafael Urrusti y el pianista Naoya Seino en la Casona de Xicoténcatl, donde unieron sus talentos artísticos para interpretar melodías de los compositores Johann Sebastian Bach; Christoph W. Von Gluck; Franz Schubert y Camille Saint-Säens.
Esta propuesta es auspiciada por la Junta de Coordinación Política del Senado, con base en el programa de Conciertos de Bellas Artes que se realiza cada semana en este espacio legislativo.
La soprano Rosa María Diez dijo que siempre es un lujo presentarse en el antiguo Recinto Legislativo de la Cámara de Senadores, donde en otras ocasiones actuó con su esposo y el flautista Rafael Urrusti.
El pianista Naoya Seino, al igual que el maestro Urrusti pertenecen a la Coordinación de Música de Ópera de Bellas Artes.
La presentación de los artistas comenzó con una melodía de Johann Sebastian Bach, con “Aria de la Cantata 151 y la del Café”, la cuales fueron escuchadas con atención por el público asistente.
Esta última Cantata es una “interpretación cómica; cosa curiosa, porque el maestro Bach compuso casi toda su música en el género sacro, para las ceremonias religiosas luteranas de Alemania”, destacó la soprano.
Al respecto, recordó que a Bach le pidieron escribirla para alguna reunión, porque en esa época estaba prohibido que las mujeres tomaran café, pues era mal visto.
Indicó que esta pieza musical habla sobre la delicia que es el café, el cual la jóven prefiere tomar más que recibir mil besos, incluso, más que al vino moscatel, que en esa época tomaban las mujeres.
En su oportunidad, el flautista Rafael Urrusti señaló que es la primera vez que los tres artistas se presentan en conjunto y declaró que la pieza, “Danza de los espíritus benditos”, es un extracto de la obra de Christoph W. Von Gluck, sobre el mito de la tragedia de Orfeo y Eurídice
Expresó que el mito indica que cuando muere la recién casada de Orfeo, desconsolado implora a todos los dioses del limbo para que por favor regresen a la vida a su amada, pero le dicen que del infierno nadie regresa.
Desconsolado empieza a tocar Orfeo su lira, una especie de arpa, acompañándose y cantando al mismo tiempo una melodía muy dulce y es con ella, según el mito, que se derriten los dioses y le conceden que regrese a la vida, apuntó.
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