La COP29, que se celebra en Bakú, Azerbaiyán, mira hoy a Rio de Janeiro, Brasil, donde se celebra la semana que viene la reunión del G20, para que estos tomen las decesiones necesarias que se necesitan: fijar un nuevo objetivo de financiación climática, reformar el sistema financiero mundial y reestructurar la deuda.
La última ronda de negociaciones de la ONU sobre el clima, la COP29, se inauguró el pasado lunes en Bakú (Azerbaiyán), tras un año en el que se batieron múltiples récords de calor extremo y en el que el caos climático generalizado -desde incendios forestales a inundaciones destructivas y huracanes- azotó casi todos los rincones del planeta.
El principal objetivo de la conferencia de este año es lograr un aumento importante de los compromisos financieros para ayudar a los países vulnerables a mitigar los efectos del clima y adaptarse a ellos. No por nada ha esta reunión ha sido bautizada como la «COP de la financiación climática».
¿Se puede lograr un nuevo acuerdo de financiación climática?
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), principal órgano científico de la ONU en materia climática, ha lanzado advertencias cada vez más graves sobre el ritmo acelerado del calentamiento global. Para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, se necesitan inversiones sustanciales en tecnologías de energía limpia, infraestructuras y medidas de adaptación.
Los países en desarrollo, en particular las pequeñas naciones insulares y los países menos desarrollados, son desproporcionadamente vulnerables a los impactos climáticos como la subida del nivel del mar, los fenómenos meteorológicos extremos y las sequías. Estas naciones necesitan un importante apoyo financiero para aumentar su capacidad de resistencia, pasar a ser economías con bajas emisiones de carbono y compensar las pérdidas y los daños.
Un aviso para el G20
En este punto intermedio, que llega cuando varios líderes mundiales se dirigen a Brasil para la cumbre del G20 de la semana que viene, las negociaciones a contrarreloj en la COP29 de Bakú sobre el siempre espinoso tema del dinero avanzan, al parecer, con lentitud. Los delegados de los países en desarrollo piden que se avance más y más rápido en esa nueva financiación de las pérdidas y daños y en la aceleración de los objetivos de energía limpia.
Simon Stiell, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCC), que convoca las reuniones anuales de la COP, ha difundido este sábado un mensaje para los líderes del G20, antes de que subieran a sus aviones rumbo a Río de Janeiro.
Para Stiell, la Cumbre (del G20) de la próxima semana debe enviar tres señales muy claras a todo el mundo:
- que se dispondrá de más subvenciones y recursos financieros en condiciones favorables
- que una mayor reforma de los bancos multilaterales de desarrollo es una prioridad absoluta, y los gobiernos del G20 -como sus accionistas y mandatarios- seguirán presionando para que se lleven a cabo más reformas
- que el alivio de la deuda sea una parte crucial de la solución, para que los países vulnerables no se vean incapacitados (…) para implementar acciones climáticas más audaces
Por último, el responsable de la ONU para el clima afirmó que «en tiempos turbulentos y en un mundo fracturado, los líderes del G20 deben señalar alto y claro que la cooperación internacional sigue siendo la mejor y única oportunidad que tiene la humanidad para sobrevivir al calentamiento global. No hay otro camino».
A principios de semana, Stiell hizo una dura evaluación de lo que está en juego: El empeoramiento del cambio climático y el daño socioeconómico que inflige significa que «miles de millones de personas simplemente no pueden permitirse que su gobierno abandone la COP29 sin un objetivo de financiación mundial para el clima.»
«Así que, para los líderes aquí y en las capitales: dejen claro que esperan un conjunto sólido de resultados. Díganles a sus negociadores que se dejen de poses y pasen directamente a la búsqueda de un terreno común», declaró el responsable de la ONU para el clima.
En su discurso de apertura de la Cumbre de Líderes Mundiales para la Acción Climática, el Secretario General de la ONU afirmó el martes que 2024 ha sido «una clase magistral sobre la destrucción del clima».
António Guterres hizo hincapié en el papel fundamental de la financiación climática para hacer frente a la crisis: «Inviertan o la humanidad pagará el precio del cambio climático (…) la financiación climática no es caridad, es una inversión. La acción climática no es opcional, es un imperativo».
Stiell se hizo eco de este sentimiento: «Prescindamos de la idea de que la financiación de la lucha contra el cambio climático es caridad. Un nuevo y ambicioso objetivo de financiación climática redunda totalmente en interés propio de cada nación, incluidas las más grandes y ricas.»
En 2009, en la 15ª Conferencia de las Partes de la CMNUCC (COP15) celebrada en Copenhague, los países desarrollados se comprometieron a movilizar 100.000 millones de dólares anuales en financiación climática para 2020. Aunque este objetivo se cumplió finalmente en 2022, ha sido criticado por insuficiente y tardío.
En la COP29, los negociadores pretenden establecer un nuevo objetivo más ambicioso para la financiación de la lucha contra el cambio climático. Los países en desarrollo están presionando para que se alcance una cifra significativamente mayor, potencialmente de billones de dólares al año. Sin embargo, los debates sobre la cantidad exacta y las modalidades de entrega de los fondos siguen siendo polémicos.
Un primer avance sobre el carbono
Un avance significativo en la jornada inaugural de la COP29 fue la adopción del artículo 6 del Acuerdo de París, que allana el camino para un mercado mundial del carbono respaldado por la ONU. Este mercado facilitará el comercio de créditos de carbono, incentivando a los países para que reduzcan sus emisiones e inviertan en proyectos respetuosos con el clima.
James Grabert, jefe de la División de Mitigación de la ONU Cambio Climático, la abreviatura por la que se conoce a la secretaría de la CMNUCC, afirmó que este acuerdo histórico proporcionará a los países una «valiosa herramienta» para cumplir sus objetivos climáticos e impulsar el desarrollo sostenible.
La COP29 se celebra justo después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, por lo que en los pasillos del Centro de Bakú se ha pensado en el impacto de la nueva Administración estadounidense sobre la acción climática mundial.
En una rueda de prensa, la presidenta de las Islas Marshall, Hilda Heine, y el Ministro irlandés de Medio Ambiente, Eamon Ryan, subrayaron que, a pesar de la preocupación por una posible retirada de EE.UU. del Acuerdo de París, la lucha contra el cambio climático es un esfuerzo mundial que requiere la cooperación mundial para lograr una economía mejor para todos. Los dos dirigentes citaron también como motivos de esperanza los progresos que están realizando los Estados y las ciudades.
Una transición justa, no una «estampida de codicia
Antes de dirigirse a la cumbre del G20 en Brasil, Guterres celebró varias reuniones relacionadas con el clima, incluida una sobre minerales esenciales para las tecnologías de energías renovables como los paneles solares, las turbinas eólicas y los vehículos eléctricos.
Estos minerales, como el cobre, el litio, el níquel, el cobalto y los elementos de tierras raras, son cruciales para la transición desde los combustibles fósiles, cuya demanda se prevé que se triplique para 2030.
Muchos de estos minerales se encuentran en África, que podría beneficiarse económicamente. Sin embargo, existe la preocupación de que se produzca una «maldición de los recursos», es decir, que los países donde se encuentran estos recursos no se beneficien de ellos.
Guterres hizo hincapié en gestionar la demanda sin desencadenar una «estampida de codicia» que explote y aplaste a los pobres, sino garantizando que las comunidades locales se beneficien.
Dario Liguti, de la Comisión Económica para Europa de la ONU, también destacó la necesidad de una «explotación sostenible de estos minerales», especialmente en los mercados emergentes, para proteger el medio ambiente y apoyar a las comunidades locales. En abril, el jefe de la ONU creó un Grupo de Alto Nivel para garantizar que los países y comunidades con estos recursos se beneficien al máximo.
Activismo juvenil y justicia climática
Los jóvenes de todo el mundo exigen cada vez más medidas y justicia climática. Piden a los gobiernos y a las empresas que tomen medidas audaces para reducir las emisiones, proteger a las comunidades vulnerables y crear un futuro sostenible para todos.
Tras reunirse con representantes de la juventud y defensores del clima en la COP29, el Secretario General publicó en las redes sociales que comprendía sus frustraciones: «Tenéis todo el derecho a estar enfadados. Yo también estoy enfadado (…) porque estamos al borde del abismo climático, y no veo suficiente urgencia ni voluntad política para abordar la emergencia».
Basmallah Rawash, activista climática de Care About Climate, afirmó: «No somos nosotros los que debemos soportar la carga de la mitigación. No somos los que hemos causado esto, pero somos los que llevaremos la carga de la mayor lucha en este momento».
Las decisiones que se tomen en Bakú tendrán consecuencias de largo alcance para las generaciones venideras. Es imperativo que los negociadores alcancen un acuerdo ambicioso que aporte la financiación necesaria para construir un futuro resiliente y con bajas emisiones de carbono para todos.
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