RÍO DE JANEIRO.- El compromiso del presidente Jair Bolsonaro con la lucha anticorrupción volvió a quedar en duda con la revelación de que su hijo mayor, el senador electo Flavio Bolsonaro, recibió 48 sospechosos depósitos en efectivo en su cuenta bancaria, una práctica que ya había sido descubierta el mes pasado en numerosas transferencias de un asesor suyo y que aún sigue sin explicación.
Según informó anteanoche el noticiero Jornal Nacional, de la cadena Globo, el Consejo de Control de Actividades financieras (Coaf) detectó que entre junio y julio de 2017 fueron depositados 96.000 reales (30.000 dólares al cambio de ese año) en la cuenta del entonces diputado estatal de Río de Janeiro Flavio Bolsonaro. Las autoridades, que investigan una red de sobornos en la Asamblea Legislativa, no pudieron comprobar el origen de estos depósitos en efectivo, pero el hecho de que fueran 48, en cinco días y cada uno por 2000 reales, levanta sospechas de que se pretendía ocultar alguna actividad ilícita.
Poco después de las revelaciones hechas por Globo, en el rival canal Record -propiedad de un pastor evangélico muy cercano a los Bolsonaro-, Flavio Bolsonaro dio una entrevista muy medida en la que afirmó que no cometió ninguna irregularidad, pero no dio explicaciones sobre el origen del dinero. Hoy, el senador electo pasó toda la mañana reunido con su padre en el Palacio da Alvorada, al abandonar la residencia presidencial, no hizo declaraciones a la prensa.
El descubrimiento llega un mes después de que el mismo Coaf indicó que un exchofer y asesor de Flavio Bolsonaro, Fabricio Queiroz, expolicía militar muy amigo de la familia, había también llamado la atención por haber movido en su cuenta 1,2 millones de reales (US$ 300.000) en efectivo entre enero de 2016 y enero de 2017, cuando ni su salario ni su patrimonio podrían sustentar ese tipo de transferencias, una de ellas, por 24.000 reales, hecha a la cuenta de Michelle Bolsonaro, actual primera dama. Entonces, Jair Bolsonaro salió al cruce de las conjeturas y dijo que el dinero recibido por su esposa había sido parte de la devolución de un préstamo personal, pero que debería ser Queiroz quien respondiese por los inusitados movimientos bancarios.
Pese a que fue citado a declarar varias veces ante el Ministerio Público de Río de Janeiro, Queiroz alegó problemas de salud y faltó a los compromisos judiciales. La polémica se agrandó esta semana, cuando el jueves un juez del Supremo Tribunal Federal (STF), Luiz Fux, aceptó un pedido de Flavio Bolsonaro para detener la investigación sobre Queiroz en el Ministerio Público; estableció una medida cautelar en base al foro privilegiado que tendría Bolsonaro hijo por su cargo de senador, aunque en realidad no asume sino hasta el próximo mes, y en el pasado él mismo -y su padre- siempre se habían expresado en contra de la inmunidad de los altos funcionarios.
El pedido al STF fue muy criticado no sólo por los opositores al nuevo gobierno brasileño sino también por propios aliados del flamante presidente, quien durante la campaña electoral hizo de la lucha contra la corrupción y de la transparencia dos de sus principales banderas.
Ante los crecientes cuestionamientos, el jefe de Gabinete, Onyx Lorenzoni, buscó distraer la atención pública y apuntó que se trataba de una operación para «desgastar» al mandatario.