Los expertos afirman que los grupos criminales son cada vez «más fuertes, más ricos y más autónomos» y que el tráfico ilícito de armas y municiones es uno de los «principales motores» de su expansión territorial. Noticias ONU explica en este reportaje a quién, cómo y por dónde llegan esas armas, así como su coste y la lucha para impedir ese comercio.
Las noticias sobre la violencia de las bandas en Haití están marcadas por hechos como el uso de francotiradores para disparar al azar contra la población, saqueos y secuestros masivos, ataques a cárceles para liberar a miles de presos y el control de carreteras y puertos vitales para dominar la economía.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha informado de un aumento del tráfico de armas cada vez más potentes y sofisticadas en el país desde 2021, como fusiles AK47 (de fabricación rusa), el AR15 (de fabricación estadounidense) y Galil (de fabricación israelí). Según los expertos reunidos por el Secretario General de la ONU, estos «arsenales mortíferos» hacen que las bandas dispongan de «una potencia de fuego superior a la de la policía nacional haitiana».
Niveles de desorden sin precedentes
Tal y como se recoge en varias resoluciones del Consejo de Seguridad, el tráfico ilícito de armas y municiones hacia Haití es uno de los principales motores de la expansión del control territorial de las bandas y de los niveles extremos de violencia armada en el país, además de suponer una amenaza para la estabilidad regional.
Las medidas para impedir la entrada de armas incluyen un embargo del Consejo desde 2022, la cooperación regional para combatir las redes criminales y el refuerzo de la capacidad del país caribeño para vigilar sus fronteras. Sin embargo, cuantas más armas entran, más control adquieren las bandas sobre puntos estratégicos como puertos y carreteras, lo que dificulta aún más a las autoridades detener el tráfico.
Para la representante regional de la agencia de la ONU en América Latina y el Caribe, Sylvie Bertrand, es necesario estabilizar la crisis de seguridad para «mejorar las posibilidades de vigilar y controlar todas las fronteras». Según ella, la situación actual representa «niveles de desorden sin precedentes».
La agencia tiene previsto proporcionar equipos de escaneado en las entradas marítimas, aéreas y terrestres de Haití, así como tecnología de radar para que la policía y las autoridades aduaneras puedan conocer mejor la llegada de barcos y aviones. Otra prioridad es la seguridad portuaria, para que los productos esenciales puedan entrar en el país sin ser secuestrados o robados.
Control de zonas estratégicas
El director de investigación del Instituto Igarapé, Robert Muggah, describe la situación actual como «la peor que ha visto en los últimos 20 años», desde que empezó a trabajar con la nación caribeña. Es autor del informe Los mercados criminales de Haití, publicado por la UNODC en 2023.
En declaraciones a Noticias ONU, el experto independiente afirmó que las bandas «controlan zonas muy estratégicas de la capital, así como las principales carreteras que unen Puerto Príncipe con los puertos y las fronteras terrestres, además de las ciudades y las zonas costeras donde tiene lugar gran parte del tráfico de armas».
Afirmó que las armas llegan a Haití por «aire, tierra y sobre todo mar y se distribuyen a las bandas, concretamente al G9 y al G-Pèp, que son las dos bandas más grandes de Haití, y se utilizan para ayudar a esos grupos a cometer delitos y reforzar su poder político».
La agencia de la ONU ha estado trabajando para cumplir el mandato creado por la resolución 2692, que pide informes trimestrales al Consejo de Seguridad sobre las fuentes y rutas de las armas ilícitas. Los primeros informes, publicados en octubre de 2023 y enero de 2024, analizaban las rutas en el noreste del país, las dinámicas regionales y las relaciones internas entre bandas.
El tercer estudio, aún por publicar, analizará la vulnerabilidad del sur de Haití ante el tráfico de personas y la relación entre la desestabilización del país y la creciente afluencia de inmigrantes al Caribe. Estos análisis revelan la magnitud del reto que supone desarmar a las bandas que actualmente controlan casi el 90% de la capital, Puerto Príncipe.
La demanda de las armas: Las bandas
Actualmente operan en el área metropolitana de Puerto Príncipe unas 23 bandas, divididas en dos grandes coaliciones rivales: el «G-Pèp», liderado por Gabriel Jean Pierre, también conocido como «Ti Gabriel», y el «Familia G9 y Aliados», liderado por Jimmy Chérizier, conocido como «Churrasco».
Según Robert Muggah, «las bandas haitianas no son un fenómeno nuevo» y se remontan a los años cincuenta. Según él, el país tiene una larga historia de actores económicos que utilizan bandas para proteger sus negocios y sabotear a sus competidores, así como de élites políticas que financian a grupos armados para controlar al electorado. En la actualidad, se calcula que existen entre 150 y 200 bandas en el país caribeño.
Según el Grupo de Expertos convocado por la ONU para apoyar la aplicación de las sanciones, en particular el embargo de armas, las bandas son cada vez «más fuertes, más ricas, mejor armadas y más autónomas». En los últimos tres años, han diversificado sus fuentes de ingresos, especialmente aumentando los secuestros que generan pagos por rescates que oscilan entre los 7000 y los 500.000 dólares. Entre enero y febrero de este año, 379 personas fueron secuestradas.
Robert explica que otras ganancias provienen de la explotación de la población civil, así como del narcotráfico y el comercio ilícito de armas. El experto advierte de que esta dinámica está generando enormes desafíos para la población haitiana, una de las «peores de la historia moderna».
Señaló que, en los últimos meses, las dos facciones rivales «han unido sus fuerzas en ataques coordinados contra el aeropuerto, el Palacio Nacional, el Teatro Nacional, hospitales, escuelas, cuarteles de policía, oficinas de aduanas y puertos, imponiendo efectivamente su voluntad y ampliando su territorio».
La oferta: Minoristas, ferias y casas de empeño
Desde la sede de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Panamá, Sylvie Bertrand afirmó que «la mayoría de las armas de fuego y municiones que se trafican en Haití, ya sea directamente o a través de otro país, proceden de Estados Unidos». Suelen comprarse a minoristas autorizados, ferias de armas o casas de empeño.
La agencia ha identificado cuatro rutas de tráfico. La principal es desde Estados Unidos, saliendo de Florida directamente hacia Puerto Príncipe, a través de buques de carga. La segunda es desde Florida hacia las costas norte y oeste de Haití, a través de Turcas y Caicos y las Bahamas. La tercera es a través de la República Dominicana por los diversos pasos fronterizos con Haití y la última es a través de equipajes personales, transportados por buques de carga, barcos pesqueros o pequeñas aeronaves.
Esta última modalidad implica a un segmento de la diáspora haitiana y a corredores que actúan como compradores «pantalla» e intermediarios. Adquieren las armas en estados de Estados Unidos con una legislación más permisiva, como Arizona, California, Florida, Georgia y Texas.
La gran mayoría de las incautaciones realizadas por las autoridades estadounidenses tuvieron lugar en Miami, principal punto de partida hacia territorio haitiano y único lugar donde los buques transportan mercancías de segunda mano y por volumen.
En estos buques que parten del río Miami se amontonan bultos de todas las formas y tamaños sin dejar espacio para el movimiento, lo que ofrece amplias oportunidades para ocultar armas y municiones. Los organismos de control duplicaron sus registros en 2023, pero a menudo no logran encontrar la mercancía ilícita.
También hay sospechas de operaciones ilegales con vuelos no registrados y pequeños aeropuertos a lo largo de la costa del sur de Florida. Sylvie Bertrand citó la presencia de pistas de aterrizaje clandestinas en Haití y afirmó que se trata de una «vulnerabilidad para el tráfico ilícito» que requiere una mayor respuesta por parte de las autoridades.
Calibres cada vez mayores y armas «fantasma”
A medida que aumenta la demanda de armas, el tráfico se ha convertido en un negocio muy lucrativo, incluso en pequeños cargamentos. Por ejemplo, rifles semiautomáticos de 5,56 mm que costarían unos cientos de dólares en Estados Unidos se venden regularmente por entre 5000 y 8000 dólares en Haití.
El Grupo de Expertos convocado por el Consejo de Seguridad recibió imágenes de ametralladoras alimentadas por cinturón del calibre 7,62 x 51 mm y munición de 12,7 x 99 mm para ametralladoras pesadas o fusiles. Según el personal médico entrevistado por el grupo, «el creciente número de armas en circulación, así como la modernización de los arsenales, está repercutiendo en la letalidad y gravedad de las heridas infligidas».
El grupo también documentó la presencia de «armas fantasma», que se fabrican de forma privada con relativa facilidad comprando piezas por internet, evitando así los procesos de control que se aplican a las armas de fuego de fábrica. Estas armas no están serializadas y, por tanto, no pueden rastrearse.
Refuerzo de la Policía Nacional con apoyo internacional
Según Robert Muggah, en los últimos meses ha habido intentos de aumentar los bloqueos y las incautaciones, «tanto en Estados Unidos como en los países de tránsito de todo el Caribe y en el propio Haití». Sin embargo, el experto afirma que «Haití tiene fronteras extraordinariamente porosas y es extremadamente difícil limitar el flujo».
Sylvie Bertrand señaló que Estados Unidos ha reforzado los controles en los barcos que navegan por el río Miami y en los aviones que vuelan a Haití, y añadió que la República Dominicana ha desplegado varios agentes fronterizos. En cuanto a Haití, dijo que es «necesario restablecer cierta seguridad» para trabajar en la frontera. En el contexto actual, «los agentes del orden están demasiado ocupados intentando contener la crisis en las calles de Puerto Príncipe», explicó.
La representante de la UNODC informó de que la agencia está formando «unidades de control» en los puertos y aeropuertos de Haití, que son equipos interinstitucionales formados por la Policía Antidroga, Aduanas, el Consejo de Policía y la Guardia Costera. Según ella, el objetivo es identificar e inspeccionar los contenedores y cargamentos de alto riesgo para «afectar significativamente el flujo de armas hacia el país».
Al comentar el posible despliegue de una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, Sylvie subrayó que será esencial para «apoyar el trabajo tan valiente que ya está realizando la policía». El despliegue de la fuerza internacional fue aprobado por el Consejo de Seguridad el pasado mes de octubre.
La agencia espera aportar datos sobre los «modelos de negocio, las motivaciones y la potencia de fuego de las bandas». En uno de sus informes, identificó, por ejemplo, que un número relativamente pequeño de bandas haitianas están altamente especializadas en la adquisición, almacenamiento y distribución de armas y municiones.
Para Robert Muggah, la «prioridad absoluta» tiene que ser el fortalecimiento de la Policía Nacional de Haití, incluyendo la «capacidad de consolidar el control sobre los territorios y las infraestructuras críticas del país» para garantizar un flujo mínimo de bienes y servicios. También hizo hincapié en la urgencia de reforzar el sistema penal y las fronteras.
El experto afirmó que, a pesar del «entorno geopolítico en el que muchos de los actores están paralizados para responder», la comunidad internacional tiene una «responsabilidad extremadamente importante» para apoyar a Haití en este momento de necesidad crítica. De lo contrario, una «mala situación podría empeorar dramáticamente», concluyó.
Se calcula que 362.000 personas se encuentran actualmente desplazadas en Haití y luchan por alimentarse. Alrededor de 17.000 personas han huido de Puerto Príncipe a zonas más seguras del país. Según el análisis más reciente respaldado por la ONU, casi la mitad de la población necesita ayuda alimentaria.