La inseguridad ha sido uno de los problemas más persistentes y complejos en México durante las últimas décadas, y con el cambio de administración en 2024, las expectativas para resolver esta crisis son altas. Claudia Sheinbaum, la recién electa presidenta de México, ha dejado en claro que su mandato es el «segundo piso» de la Cuarta Transformación iniciada por Andrés Manuel López Obrador en 2018. Esto significa que las políticas impulsadas por su predecesor, incluidas aquellas en materia de seguridad, continúan siendo el eje rector de su gobierno. Sin embargo, esta continuidad plantea serias dudas, especialmente en torno a la efectividad de la política de «abrazos, no balazos» que ha fracasado ante el creciente poder de los cárteles.
1. La continuidad de la Cuarta Transformación
Sheinbaum ha declarado que su administración no será un cambio de rumbo radical, sino una profundización de los principios establecidos por López Obrador. Esto incluye una postura en contra de la confrontación armada con los cárteles, una estrategia que, bajo el lema «abrazos, no balazos», buscaba reducir la violencia a través de programas sociales y el apoyo a las comunidades más afectadas por la pobreza y la delincuencia. Sin embargo, este enfoque ha sido fuertemente criticado, especialmente ante el aumento de la violencia en varias regiones del país, lo que ha llevado a cuestionar si este modelo es sostenible en el largo plazo.
2. El fracaso de la estrategia de seguridad
El aumento de la violencia es innegable. Según datos recientes, el número de homicidios en varias áreas del país ha alcanzado niveles alarmantes. En estados como Michoacán, Guerrero, Zacatecas, y Guanajuato, el control territorial por parte de la delincuencia organizada parece estar fuera del alcance del gobierno. La política de «abrazos, no balazos» ha mostrado sus limitaciones, y la realidad es que muchos ciudadanos sienten que el Estado ha fallado en su deber fundamental de garantizar la seguridad.
3. La muerte de un sacerdote: un reflejo de la violencia
Uno de los eventos más impactantes que refleja la grave situación en la que se encuentra el país fue la muerte de un sacerdote que buscaba promover la paz en una comunidad afectada por el crimen organizado. Su asesinato no solo conmocionó a la sociedad, sino que también subrayó la impotencia de las autoridades para proteger incluso a aquellos que trabajan activamente por la paz y la reconciliación. Este trágico suceso es un recordatorio de la urgencia con la que se necesita una revisión de las políticas de seguridad en México.
4. ¿Qué más necesita el gobierno para reconocer el fracaso?
Frente a este panorama, surge una pregunta fundamental: ¿qué más necesita pasar para que el gobierno acepte el fracaso de su estrategia de seguridad y adopte un nuevo enfoque? El compromiso de garantizar la paz y la tranquilidad no puede seguir siendo postergado. La sociedad exige una respuesta clara y efectiva ante la creciente inseguridad, y el gobierno de Sheinbaum tendrá que tomar decisiones difíciles si realmente busca cumplir con las expectativas de la ciudadanía.
Conclusión: La encrucijada de la nueva administración
El reto que enfrenta Claudia Sheinbaum es monumental. Si bien su administración se enmarca dentro de la continuidad de la Cuarta Transformación, la realidad de la inseguridad en México exige un replanteamiento profundo de las políticas de seguridad. La paz y la tranquilidad no pueden lograrse con promesas vacías ni con estrategias fallidas. La nación está en una encrucijada, y la nueva administración debe decidir si continuará aferrada a un modelo que no ha dado resultados o si, por el contrario, se atreverá a implementar las reformas necesarias para recuperar el control del país y garantizar la seguridad de sus ciudadanos.