El jefe de derechos humanos advierte que migrantes y refugiados en busca de seguridad y dignidad fuera de sus países son víctimas de deshumanización en Libia, país fragmentado por la inestabilidad política y los conflictos, y pide un proceso de justicia transicional y reconciliación.
La desesperada situación de los migrantes y refugiados torturados, traficados y vendidos a gran escala en Libia ocupó el martes el centro de atención del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, donde el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, instó a la comunidad internacional a considerar la posibilidad de poner fin a su acuerdo con el país norafricano sobre solicitantes de asilo y migración.
“La trata, la tortura, los trabajos forzados, la extorsión, el hambre en condiciones intolerables de detención se perpetran “a gran escala con impunidad”, alertó Türk.
Las “expulsiones masivas y la venta de seres humanos, incluidos niños,”están muy extendidas en Libia”, continuó Türk, insistiendo en que existe connivencia entre agentes estatales y no estatales.
En un llamamiento a las autoridades libias para que investiguen los delitos cometidos contra miles de personas vulnerables que se desplazan, el Alto Comisionado también destacó el descubrimiento en marzo de una fosa común en el suroeste de Libia con los cadáveres de 65 presuntos migrantes.
“Por si esto no fuera suficientemente horrible, estamos haciendo un seguimiento de los informes sobre otra fosa común descubierta recientemente en la zona desértica de la frontera entre Libia y Túnez… Los seres queridos de quienes murieron tienen todo el derecho a saber la verdad”, afirmó.
Salvar vidas y evitar muertes
Türk también llamó a revisar el antiguo acuerdo entre la Unión Europea y las autoridades libias encargado de interceptar a los migrantes que intentan cruzar el mar Mediterráneo hacia Europa.
Expertos independientes en derechos y organizaciones benéficas implicadas en operaciones de búsqueda y rescate han criticado con frecuencia el acuerdo, citando el supuesto comportamiento de la Guardia Costera libia, que incluye disparar a embarcaciones de migrantes o acercarse a ellas y embestirlas para hacerlas zozobrar antes de devolver a los supervivientes a Libia.
En los doce meses transcurridos desde abril de 2023, más de 2400 personas murieron o desaparecieron intentando cruzar el Mediterráneo central, de ellas, más de 1300 partieron de Libia, detalló Türk.
“Es inconcebible que personas en busca de seguridad y dignidad estén sufriendo y muriendo en circunstancias tan incalificables”, insistió. “Recuerdo a todos los Estados la responsabilidad colectiva que les incumbe en virtud del derecho internacional de salvar vidas y evitar muertes en el mar”.
Peligros en el Sahara
El Alto Comisionado urgió a actuar ante la muerte de “tantos migrantes y refugiados” que se dirigen a Libia a través del desierto del Sahara, donde se estima que muere hasta el doble de migrantes que en el mar Mediterráneo.
Al igual que estas crudas conclusiones reflejan el creciente número de personas que intentan cruzar el Sahara, empujadas por los nuevos conflictos en el Sahel y Sudán, las perturbaciones climáticas y las prolongadas situaciones de emergencia en el este y el Cuerno de África, los peligros para los migrantes y refugiados en Libia se producen en medio de la inestabilidad política y los conflictos que han dividido al país desde el derrocamiento del presidente Muamar Gadafi en 2011.
Ejecuciones extrajudiciales
Tras destacar el aumento de “detenciones y encarcelamientos arbitrarios, desapariciones forzadas y violaciones relacionadas con la detención” dentro de Libia, Türk expresó su preocupación por los continuos ataques contra opositores políticos y voces disidentes. “Aunque es probable que la cifra sea mayor y continúen las detenciones, hemos verificado al menos 60 casos de detención arbitraria de personas que ejercían pacíficamente su derecho a expresar opiniones políticas. En algunos casos, la detención fue seguida de ejecuciones extrajudiciales”, apuntó, y agregó que la actual falta de rendición de cuentas por las “violaciones y abusos” cometidos en 2011 “sigue siendo uno de los graves obstáculos para la reconciliación hoy en día y sirve como motor del conflicto”.
Menos de un año después de que la tormenta Daniel causara catastróficas inundaciones en la ciudad costera de Derna, dejando miles de muertos, Türk mantuvo que el país sigue “plagado de una profunda inseguridad”, mientras los libios de a pie soportan “penurias económicas unidas a la exclusión política”.
La “volátil situación de seguridad” también impidió a los observadores de derechos humanos de la ONU acceder plenamente a las zonas meridional y oriental del país, prosiguió Türk, y añadió que también se les negó la entrada a centros de detención y otros lugares del país.
Remediar la situación es posible, sostuvo Türk, al tiempo que pidió un proceso de justicia transicional y reconciliación “basado en los derechos y centrado en las personas”, un acuerdo político sostenible, el restablecimiento del Estado de derecho, incluida la rendición de cuentas por las violaciones de derechos humanos, e instituciones unificadas y legítimas.
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