home Legislativas Cuarta carta pública al presidente de Dante Delgado: estás haciendo a la justicia es un acto de traición a la patria

Cuarta carta pública al presidente de Dante Delgado: estás haciendo a la justicia es un acto de traición a la patria

Cuarta carta pública al presidente:

 

Andrés Manuel, lo que le estás haciendo a la justicia es un acto de traición a la patria.

 

Francisco Bulnes escribió que “no es necesario tener a un hombre cinco o diez años en la cárcel para aterrorizarlo, basta que sepa que lo pueden tener preso a perpetuidad arbitrariamente o por seis meses, para doblegarlo y hacerlo arrodillar ante el jefe político, y proclamarse el más discreto y obediente de sus esclavos”

 

Andrés Manuel, presumes ser un estudioso de la historia y con tristeza observo que sigues, al pie de la letra, los métodos del pasado. Es por eso que, al leer a Bulnes, no puedo dejar de lamentar profundamente la manera tan burda en que perviertes al Estado de Derecho para someterlo a tu voluntad.

 

Para instaurar tu presidencia imperial tenías ya el control del Congreso, por eso te propusiste lograr la captura del Poder Judicial que, de manera aberrante, el PAN y PRI te entregaron.

 

Con la aprobación de las reformas constitucionales a la prisión preventiva y al Poder Judicial, que impusiste al Congreso, creaste mecanismos “legales” para colocar tu voluntad por encima de la ley, para intimidar, controlar o castigar a quien piense distinto a ti y a quienes tienen la obligación de impartir la justicia en México.

 

El 6 de diciembre de 2018 lograste, con tu mayoría parlamentaria y con la complacencia de las dirigencias nacionales de PAN y PRI y sus legisladores, la aprobación de la Reforma Constitucional al artículo 19, que amplía el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva, violentando derechos humanos y concediendo al ministerio público, y al poder en turno, una desproporcionada y perturbadora potestad para coartar el derecho a la libertad y pisotear la presunción de inocencia.

 

Las implicaciones de una reforma de esta naturaleza son devastadoras: sabes que no hay nada más sagrado que la libertad y te adjudicaste el poder para encarcelar a cualquiera, de manera injusta, sin elementos, ni razones legales, antes de que se realice un juicio. Los ciudadanos perdieron el derecho a demostrar su inocencia en libertad. Por un periodo de tiempo conveniente a tus intereses, cualquiera puede ser encarcelado y, aunque sea liberado después de un proceso y una sentencia absolutoria, la extorsión política sufrida y el daño a su reputación serán irreparables. Es lamentable verte tan cerca de Porfirio Díaz y tan lejos de Juárez.

 

Imagino, por ejemplo, cómo se puede utilizar esta nueva y ahora legítima forma de presión para intimidar a la oposición, para llevar a cabo vendettas personales contra quienes se te opusieron o agraviaron en el pasado o, incluso, para obligar a renunciar a gobernadores, alcaldes, magistrados o ministros de la Corte.

 

Esta es la terrible potestad que te obsequiaron los partidos de siempre, al haber aceptado respaldar, por medio de negociaciones tradicionales, una iniciativa que vulnera los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, y que les impide defenderse en libertad frente a falsas acusaciones. Me parece terrible y absurdo que te hayan facilitado el abuso de poder de manera tan ingenua, por decir lo menos.

 

Esto no fue suficiente para ti y avanzaste hacia tu siguiente objetivo: la captura de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Tenías ya el control del Poder Legislativo, así que decidiste atacar la autonomía del Poder Judicial.

 

La primera señal de sumisión la dio el ministro Arturo Zaldívar, Presidente de la Corte, al avalar la consulta popular para decidir si se enjuiciaba o no a los expresidentes. Lo hizo, primero, ignorando el hecho de que la justicia no se consulta, se hace valer; y, segundo, ante lo deficiente de tu solicitud, decidió hacerte la chamba y reformular la pregunta, en lugar de aplicar la ley y desechar tu petición.

Siguió la reforma constitucional al Poder Judicial, elaborada dentro de cuatro paredes por el ministro presidente, sin consultarla con ministros, magistrados, jueces, ni especialistas del derecho, pero sí avalada por ti.

 

La reforma vulnera el principio de división de poderes y violenta la justicia, porque termina de golpe con la independencia de jueces, magistrados y los somete a un Consejo de la Judicatura, controlado por ti, a través del presidente de la Corte y de consejeros ajenos al Poder Judicial.

 

La reforma en sí, representa un grave retroceso para la impartición de la justicia, y la forma en que lograste su aprobación es un ejemplo más de cómo dominas las prácticas del pasado. Simulas sustituir al viejo régimen, pero actúas de la misma manera.

 

El presidente de la Corte solicitó a dirigentes de partido, legisladores, así como a gobernadores, que apoyaran la aprobación de la Reforma Constitucional y, éstos últimos, sin conocerla de manera suficiente, aceptaron, obsequiosa e ingenuamente, dar su aval, siguiendo la más tradicional y sumisa de las formas.

 

Esta reforma, que representa un verdadero acto de subordinación política y evidencía la falta de claridad en el rumbo que se desea para la nación, fue aprobada por el Senado, el 27 de noviembre pasado, gracias a que PRI y PAN —con cuatro excepciones—, tomaron la decisión de ponerse a tu disposición.

 

Así, luchando en el discurso y entregando en el Congreso, ¿cómo pretenden rescatar al Estado de derecho? ¿Cómo van a salvar a México de la dictadura que con tanto ahínco denuncian? Hablo del Estado de derecho que ya violentaste, en el que ingenua y torpemente, sumaron votos quienes en el discurso se dicen oposición, pero en los hechos han respaldado tus iniciativas para lastimar la división de poderes y la justicia del país.

 

Recuerdo que el 1 de diciembre pasado, al cumplir dos años de gobierno, dijiste: “hoy se cuenta con Estado de derecho”. Desde luego, es cierto, el que conviene para someter a tus reales o imaginarios adversarios, el que diseñaste a conveniencia, el que sirve a tus intereses, el que las fuerzas políticas tradicionales, que operan por nota y sin partitura, te obsequiaron sin siquiera entenderlo.

 

Espero seas consciente que los héroes patrios, los personajes a los que haces referencia en tus discursos por su compromiso republicano y su devoción por la democracia, hoy estarían frente a ti, estarían combatiéndote.

 

Andrés Manuel, has incurrido en omisiones, errores y excesos imperdonables; espero al menos tengas claro que lo que le estás haciendo a la justicia en México es un acto de traición a la patria.

 

De esto, la historia no te absolverá.

 

Atentamente,

Ciudad de México, febrero 21 de 2021.

Dante Delgado

Senador de la República

 

 

 

 

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