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El proceso contra Javier Duarte debe estar sujeto al Estado de Derecho

Entre las finalidades del Derecho Penal se configura no dejar impune el delito, castigar al responsable y reparar el daño.

No hay ninguna duda que el caso de Javier Duarte es más que escandaloso. Las cifras del desfalco en el gobierno de Veracruz del priista son inimaginables en los tiempos donde se ha consolidado procesos de transparencia y rendición de cuentas. A esto se le debe adicionar denuncias de una responsabilidad en atentados contra periodistas que se le atribuyen al ex gobernador hoy aprendido.

Sin dejar de desvalorizar ninguno de esos hechos ventilados en la opinión pública, es importante que el Estado de Derecho, con sus instituciones y marcos jurídicos vigentes, prevalezcan por encima de los criterios políticos y mediáticos.

Lo importante es llegar a la certeza de la verdad histórica coincidente con la verdad legal para establecer con claridad los delitos que se le puedan acreditar.

Con este caso, que tiene la atención de la ciudadanía y que pone en predicamento al actual gobierno de Enrique Peña Nieto, debe conducirse bajo los principios del debido proceso.

Si es culpable, debe existir base suficiente para el castigo. La sentencia debe ser coincidente con la tipificación de los delitos acreditados. Y algo que no puede pasarse por alto, es la reparación del daño. Resultará inconcebible para la ciudadanía que no se puede recuperar tanto dinero, propiedades o bienes que tengan una procedencia ilícita.

El trabajo de la Procuraduría General de la República y el compromiso tanto del gobierno federal como del estado de Veracruz estará bajo el escrutinio público.

Es tiempo de que se pueda confiar en las instituciones. No sería deseable, en estos tiempos de crisis institucional y hartazgo social, cometer errores que muestren la fragilidad del sistema políticos y judicial en el combate a la corrupción gubernamental.

Son resultados lo que la sociedad necesita. Pero no deberían superditarse a un linchamiento político y mediático.

Inadmisible la simulación.