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Nueva leyes educativas ¿a qué costo?

Las leyes secundarias en materia educativa han sido aprobadas.

 

Con esta aprobación queda sepultada la reforma educativa del 2013 emprendida por el entonces presidente Enrique Peña Nieto. La reforma más polémica por las implicaciones académicas y laborales que implicó el intento de someter a los maestros en la dinámica de la evaluación del desempeño docente y el impacto en la práctica educativa.

La educación, más allá de cualquier consideración ideológica y metodológica, es un elemento fundamental para la consolidación y avance de una sociedad. Es por ello, que desde siempre los gobiernos o los regímenes políticos han tentado a la necesidad de controlar la acción educativa más a favor de los intereses políticos que las necesidades imperiosas de la sociedad.

Es por ello, que resulta difícil pensar que la actual reforma educativa, enmarcada por la Cuarta Transformación del régimen de gobierno lopezobradorista, resulte una solución definitiva y ajena a los grandes intereses políticos de diversos actores educativos coincidentes.

Una auténtica discusión en materia educativa se debería fundamentar en una política de estado vinculada con el proceso educativo y una visión mucho más amplia del tipo de sociedad y de mexicano que se requiere para el crecimiento y desarrollo de México.

El proceso educativo, así debe entenderse, tiene una gran presencia en el tiempo continuo. No se puede parar ni pausar. Lo que se haga o no haga en el presente, tendrá una repercusión directa en los sujetos que intervienen en éste. Por tal motivo, lo que hemos puesto en juego en los últimos cinco años y los que vienen, es la estabilidad de toda una generación de mexicanos que hoy están sometidos a unas reglas cambiantes de los procesos educativos.

¿Tendrá alguna consecuencia directa o indirecta?

Solo el tiempo dará la razón si lo que hizo Peña Nieto fue lo correcto o lo que hoy se reconfigura es el camino para reparar lo que estaba mal. Como también, el tiempo nos dirá, en los resultados por venir, si ha sido fracaso, su medida y las consecuencias. Pero algo es muy cierto, que no habrá marcha atrás para toda una generación de estudiantes que están sufriendo de los enconos que nacen más de los intereses particulares que el bien colectivo de la nación.

 

 

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